Aunque cada vez aprieta más el sol y no van apeteciendo tanto los platos de cuchara, en casa no apartamos los
guisos en todo el año. Normal, ya que en Bilbao se puede vivir en un otoño perpetuo o primavera permanente,
según el optimismo con que se mire, y aquí en Austria parecido...
Así que yo sigo con los platos tradicionales. Al menos en mi casa, los guisantes con jamón son un de esos platos de toda la
vida, de los que alegran al volver a casa o al abrir el tupper al medio día.
¿Sabíais que los guisantes son una legumbre, y no una verdura como mucha gente piensa? Son verdes, se consumen
en fresco, se añaden a otros platos como si fuera una verdura más... pero en realidad son una legumbre. Es
importante tenerlo en cuenta, tanto para no comerlos pensando que nos van a aportar las mismas
calorías que si comieramos un plato de brócoli (como toda legumbre contienen una buena cantidad de hidratos) y
también a la hora de planear un meú equilibrado: es importante comer legumbre a menudo, pero no sólo existen los
garbanzos y las lentejas, ¡hay que acordarse también de los guisantes!
Mucha gente sólo prepara los guisantes como guarnición, o como ingrediente de otro plato. Pero la verdad es que
como primero o plato único están buenísimos. En cada casa, una manera de prepararlos. A nosotros nos gustan
caldosos, al pinche más secos. Os cuento cómo los preparo yo, y al final os doy una sugerencia si los preferís
sin caldo.
Como normalmente es un plato que llevamos de tupper a la oficina, le suelo poner el huevo cocido. Pero si son
para comer en casa podéis sustituirlo por un huevo escalfado, a mi me gusta mucho más.
Una última sugerencia: Ahora que están de temporada los guisantes frescos, no dejéis la ocasión de prepararlos.
Para hacer una gran cantidad es cierto que salen caros, pero como guarnición o para darse un capricho, están
deliciososos. Nada que ver con los guisantes congelados...