Aunque se va acercando la primavera, aquí sigue nevando y haciendo frío. Por eso apetecen todavía los platos calentitos y contundentes. Y si tienen especias y un poco de picante, mejor todavía para entrar en calor. Este plato de chili con carne hizo que nos diera igual que ahí afuera estuviera oscuro aunque fueran las dos del mediodía.
El chili con carne es un plato de la cocina Tex-Mex. Es decir, algo así como la versión americana de la comida mexicana. Está inspirada en ella, pero no le digáis a un mexicano que vais a comer chili o unos tacos porque pondrán la misma cara que cuando a mi me preguntan "¿ah, pero la tortilla de patata no se hace con patatas cocidas?". Es decir, cara de "estos gringos no tienen ni idea de comer..."
Las alubias se pueden utilizar de bote, sin problema. Nos facilita muchísimo la preparación. Como siempre, cuanto mejor la marca que usemos, más rico será el resultado, como pasa con todos los ingredientes de una receta.
El chili con carne se puede hacer picante, muy picante... o sin picante, al gusto. También podemos elegir lo que prefiramos para darle ese punto picante. Podemos utilizar chiles frescos, cayena, pimentón picante... lo que más cómodo nos resulte o nos guste más. Por ejemplo mi padre siempre usa tabasco para hacer un plato picante. Hasta para las gulas al ajillo. Dice que así siempre sabe lo que pone y no se la juega: una gota, tres, diez, lo que sea, y que con las guindillas nunca sabes cómo de picante es esa en concreto. Razón no le falta, pero yo la verdad es que no uso tabasco. En este caso, 1 chile y medio fresco (pequeños) y unos chiles secos que casi no pican pero que dan un sabor buenísimo, que me regaló mi amiga mexicana Ana Laura.
El plato está mejor reposado, hasta de un día para otro, así que es estupendo para tupper. Acompañado de un poco de arroz blanco, o dentro de una patata asada... está buenísimo. ¿Os animáis?