Hoy os presento una de las recetas menos fotogénicas de la historia. En casa hacemos un montón de veces estas mini tortillitas de calabacín, pero nunca llego a sacarles fotos, porque aunque están buenísimas, el aspecto no es nada fotogénico.
Pero de hoy no pasa. Una vez más las estaba preparando y he pensado que tenía que compartir la receta. Acompañadas de un poco de ensalada, o de un gazpacho como hoy, son una cena ligera y sana, buenísima. Además, como pasa con la mayoría de las tortillas, se pueden comer frías o templadas y están también buenísimas.
Aviso para cocinillas: en casa nos gustan las verduras de cualquier forma, a poder ser poco hechas. Por eso nos encantan estas tortillitas: el calabacín se queda casi crudo. Le da una jugosidad tremenda a la tortilla, como si llevara queso sin llevarlo, pero está casi crudo. Y se nota. Y me encanta.
Las cantidades las hago un poco a ojo. La idea es que quede una proporción como cuando hacemos tortilla de patata, con más patata que huevo. En este caso más calabacín que huevo. En las fotos se ve más líquida de lo que me suele quedar. Pero no pasa nada tampoco. Cuando al ir friendo, al final nos quede casi todo huevo, lo podemos hacer a modo de tortilla francesa y queda riquísimo también.
El jamón york es opcional, pero le da un sabor muy rico y hace un plato más completo, o eso creo. Yo lo hago por el sabor, pero se puede prescindir de él sin problema.